Los últimos momentos de Federico: de Derecho a la Fuente de Lágrimas
Hace 85 años desde que la voz de uno de los mayores personajes de la ciudad nazarí y
de las letras españolas fue apagada. La ubicación de sus restos junto a varias
circunstancias cercanas a su muerte siguen estando rodeadas de misterio. Sin
embargo, aquellos lugares que el poeta compartió con otros tantos represaliados,
junto con sus historias, deben permanecer vivos en la memoria colectiva. No deben
caer en el olvido.
El 9 de agosto, Lorca llegó a casa de su amigo el poeta Luis Rosales, donde creyó estar
en un lugar seguro debido a la simpatía política de este. Pero, por el contrario, la tarde
del 16 de agosto, el exdiputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso, junto a dos falangistas,
se personaron en la calle Angulo número uno. Condujeron al poeta al edificio del Gobierno
Civil, centro neurálgico de la violencia en los primeros momentos de la guerra. Allí, a
escasos metros de donde Federico cursó sus estudios de Derecho, en la actual Facultad
de Derecho, fue retenido sin saber cargos contra él ni cómo se resolvería su futuro.
Los momentos que Federico permaneció en la sede del Gobierno Civil están aún hoy
envueltos en misterio. La motivación expresa de su arresto y posterior fusilamiento no
quedan claros. Tal vez ser homosexual, poeta e izquierdista le costó la sentencia de
muerte.
Los banderilleros granadinos Joaquín Arcollas Cabezas y Francisco Galadí Melgar, y el maestro republicano Dióscoro Galindo González fueron la última compañía de García Lorca, los cuales no volvieron a ver el despertar del alba.
En la parte alta de Alfacar, cerca del barranco de Víznar, se encuentra el manantial de
Aynadamar o Fuente Grande. Los andalusíes de Granada lo bautizaron
metafóricamente como “Fuente de Lágrimas”, al observar las burbujas que suben
desde el fondo del abundante manantial hasta su superficie. Paradójicamente, cerca
de este lugar fueron ejecutadas miles de personas, incluyendo a Federico García Lorca.
Una antigua acequia proveniente de Fuente Grande, pasa cerca del caserón de “La
Colina”, que previamente a esa época era destinado a ser lugar de veraneo y excursión
de escolares granadinos. Sin embargo, en este momento de la historia, “La Colina”
pasó a convertirse en cárcel y casa de muerte. Justo allí Federico fue trasladado desde
el Gobierno Civil y pasó sus últimas horas, creyendo que sería destinado a trabajos
forzados.
Los banderilleros granadinos Joaquín Arcollas Cabezas y Francisco Galadí Melgar, y el
maestro republicano Dióscoro Galindo González fueron la última compañía de García
Lorca, los cuales no volvieron a ver el despertar del alba. Los tiros cayeron aquella
madrugada de agosto, a las 4:45 horas, bañando de sangre los campos cercanos a
aquella Fuente de Lágrimas.
Aquella tierra no solo fue regada con la sangre de Federico García Lorca, sino que los restos de en torno a dos mil ejecutados aun descansan bajo el suelo de aquel municipio.
Hoy en la localidad de Víznar se yergue un pequeño memorial que reza “Lorca eran
todos”. Aquella tierra no solo fue regada con la sangre de Federico García Lorca, sino
que los restos de en torno a dos mil ejecutados aun descansan bajo el suelo de aquel
municipio. Numerosas víctimas que corren el peligro de caer en el olvido. Numerosas
víctimas que compartieron el mismo final que el poeta, que perecieron cerca de
aquella Fuente de Lágrimas, y que no se le ha otorgado aun el derecho de ser
recordadas.
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