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De "huía" a carnicería: la historia silenciada de 'La Desbandá'


Hace 84 años de una de las mayores atrocidades cometidas en nuestro país y a su vez, poco conocidas por la población. Se trata de la comúnmente denominada La Desbandá. Con la intención de tomar Málaga, durante los primeros días de 1937, los sublevados contra el gobierno de la República iniciaron un movimiento militar, primero empezaron por la zona de Estepona y Marbella, para el día 3 ya habían tomado Ojén y al día siguiente, Torremolinos. El día 7, con la ayuda de tropas italianas, aviación alemana, tropas provenientes de Marruecos, barcos de guerra alemanes y acorazados de sublevados españoles, tomaron Málaga.

Ante esta situación, la población civil, consciente de la superioridad militar de los atacantes, más de 200.000 soldados, la población civil, hombres, mujeres, niños, salió huyendo por la carretera de Málaga a Almería. Tras ello, los militares que defendían la ciudad se retiraron con el objetivo de organizar una línea de defensa en Vélez-Torre del Mar, que inmediatamente se trasladó a Granada en Motril. De esta forma, entre los días 7 y 9 de febrero y posteriormente el día 10, esta fue la vía de salida de la población de Málaga, amenazada ante la rapidez de las tropas italianas.


Sus únicas esperanzas eran alcanzar a pie Almería, aún libre del Golpe de Estado. Durante este éxodo, la población fue masacrada por la aviación alemana e italiana y varios buques. A ello se sumó el hambre y la fuerte crecida del río Guadalfeo. Autores como José Espinosa Villa relatan en su última novela la situación que tenían que vivir los supervivientes para continuar el camino y eludir el olor de los cadáveres, se veían obligados a “tapar nariz y boca con pañuelos regados por sus propios orines”.

Investigadores como Adolfo Sánchez Vázquez describieron la situación por la que pasaron muchas personas: “Como fantasmas en la noche última se arrastran los cuerpos con los pies sangrando, los pulmones secos y las bocas jadeantes, aunque también hay algunos que avanzan como autómatas, pronunciando palabras incoherentes, ya fuera del reino de la cordura”.


También es necesario señalar el testimonio del médico canadiense Norman Bethune, este viajó con su ambulancia desde Almería hasta Málaga para socorrer a las víctimas y anotó en su diario lo siguiente: "Lo que quiero contaros es lo que yo mismo vi en esta marcha forzada, la más grande, la más horrible evacuación de una ciudad que hayan visto nuestros tiempos".


Hace 84 años de una de las mayores atrocidades cometidas en nuestro país y a su vez, poco conocidas por la población. Se trata de la comúnmente denominada La Desbandá. Con la intención de tomar Málaga, durante los primeros días de 1937, los sublevados contra el gobierno de la República iniciaron un movimiento militar, primero empezaron por la zona de Estepona y Marbella, para el día 3 ya habían tomado Ojén y al día siguiente, Torremolinos. El día 7, con la ayuda de tropas italianas, aviación alemana, tropas provenientes de Marruecos, barcos de guerra alemanes y acorazados de sublevados españoles, tomaron Málaga.

Ante esta situación, la población civil, consciente de la superioridad militar de los atacantes, más de 200.000 soldados, la población civil, hombres, mujeres, niños, salió huyendo por la carretera de Málaga a Almería. Tras ello, los militares que defendían la ciudad se retiraron con el objetivo de organizar una línea de defensa en Vélez-Torre del Mar, que inmediatamente se trasladó a Granada en Motril. De esta forma, entre los días 7 y 9 de febrero y posteriormente el día 10, esta fue la vía de salida de la población de Málaga, amenazada ante la rapidez de las tropas italianas.


Sus únicas esperanzas eran alcanzar a pie Almería, aún libre del Golpe de Estado. Durante este éxodo, la población fue masacrada por la aviación alemana e italiana y varios buques. A ello se sumó el hambre y la fuerte crecida del río Guadalfeo. Autores como José Espinosa Villa relatan en su última novela la situación que tenían que vivir los supervivientes para continuar el camino y eludir el olor de los cadáveres, se veían obligados a “tapar nariz y boca con pañuelos regados por sus propios orines”.

Investigadores como Adolfo Sánchez Vázquez describieron la situación por la que pasaron muchas personas: “Como fantasmas en la noche última se arrastran los cuerpos con los pies sangrando, los pulmones secos y las bocas jadeantes, aunque también hay algunos que avanzan como autómatas, pronunciando palabras incoherentes, ya fuera del reino de la cordura”.

También es necesario señalar el testimonio del médico canadiense Norman Bethune, este viajó con su ambulancia desde Almería hasta Málaga para socorrer a las víctimas y anotó en su diario lo siguiente: "Lo que quiero contaros es lo que yo mismo vi en esta marcha forzada, la más grande, la más horrible evacuación de una ciudad que hayan visto nuestros tiempos".


A día de hoy sigue existiendo un vacío estruendo dentro de este suceso, ¿Dónde se encuentran esos centenares de personas que murieron en la carretera y que los testimonios cuentan por centenares?

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